Editorial – Diciembre de 2022

En 2022 se formularon dos fuentes similares que incluían una reforma del sistema de salud: el Programa de Gobierno para el período 2022-2026 y la propuesta Constitucional 2022. En los cambios más relevantes planteados en ambas fuentes, de gran coincidencia entre sus aspectos esenciales, destacan la configuración de un Sistema Único de Salud, la recreación de un Servicio Nacional de Salud, el modo y aumento de financiamiento, las condiciones de calidad que se esperan del nuevo sistema de salud, el rol de la atención primaria de salud, y el rol de las instituciones de seguros y atención de salud privadas. El modelo teórico implícito en esas fuentes y las expectativas de innovación formuladas asumen la certeza de un alto nivel de logro, y se sustentan principalmente en una serie de principios y valores, con énfasis en el derecho a la salud de toda la población. Las expectativas de innovación formuladas asumen un alto nivel de logro, y se sustentan principalmente en una serie de principios y valores, con énfasis en el derecho a la salud de toda la población. 

Sin embargo, no es posible inferir que esos planteamientos hayan considerado la factibilidad de aplicar mecanismos efectivos para poder lograr el deseado sistema de salud en un determinado período, bajo el contexto normativo, político, económico e institucional de la muy concreta realidad chilena. Las propuestas consideran una serie de limitaciones del sistema de salud (que obviamente son reales), pero no es posible inferir que esas propuestas hayan analizado previamente sus causas en debido detalle (salvo señalar problemas generales de gestión y recursos), ni que se haya proyectado suficientemente la mejoría efectiva del sistema en la práctica, en el muy concreto país real, con su capacidad real de mejoría de estructura, desempeño y cobertura. Se requiere considerar su nivel de factibilidad política, económica e institucional de mejorar o reformar el sistema de salud.

Indicar que se va a aumentar el recurso, la cobertura o la calidad del sistema es una expectativa deseable pero ambigua. Una aspiración general de innovación como lo planteado en esas propuestas pudiera constituir sólo una aspiración de naturaleza teórica (o programática pre eleccionaria) si es que no está respaldada por acciones concretas de un plan o programa específico a desarrollar y que se pretenden cumplir en una realidad muy concreta. Las propuestas centran el logro propuesto, principalmente en rol del Estado, pero no se consideran debidamente el aporte del rol y la sustentabilidad del sector privado (con y sin fines de lucro). En la práctica, el seguro y atención de salud privada constituyen un negocio cuyo mercado cubre millones de personas que pudiendo estar en el sistema de aseguramiento y atención del sector público, prefieren adscribirse libremente al sistema privado a pesar de sus limitaciones y costos de ese sector. Esa condición que no se puede ignorar ni despreciar por razones ideológicas que están subyacentes en las propuestas de reforma. Los asegurados públicos pueden acudir a la atención privada y el Programa de Garantías Explícitas de Salud (GES) entrecruza de un modo complejo, la atención pública y privada de la población.

La propuesta sobre una efectiva reforma requiere estar sustentada en un sólido análisis de la situación actual, de la capacidad real para realizar una innovación, de las metas de innovación que razonablemente se esperan lograr, y de la posibilidad de aplicar mecanismos efectivos y suficientes para poder lograr esas metas. Al formular y planear mecanismos de reforma, se debe considerar no sólo la teoría de modelos y las experiencias internacionales de sistemas, sino que también las causas empíricas del grado de desarrollo nacional del sistema y de sus limitaciones. Se requiere sustentar la factibilidad razonable de formular políticas, estrategias, planes y reformas que sean apropiadas y factibles para la realidad chilena. De un modo razonable, se esperaría que existan las condiciones del propio sistema de salud y de su contexto legal, político y económico, como para sustentar de que es posible lograr lo referido.

La mayoría de población no tiene suficiencia de recursos para solventar un adecuado aseguramiento y pago de bolsillo, ni el Estado puede asumir todos los costos del sistema global y al mismo tiempo asegurar similares condiciones de acceso y uso para todos. Incluso el financiamiento conjunto del Estado y la población (o empleadores) tampoco resulta suficiente para financiar el sistema de salud deseado en la propuesta. Un eventual aporte de empleadores impactaría indirectamente en los propios salarios de los trabajadores Un abordaje integrado del pluralista sistema de salud, con sus diversos subsistemas públicos y privados, es indispensable para asegurar una adecuada innovación y consolidación integral del sistema de salud, pero es que esas propuestas consideren tanto el preciso grado de desarrollo nacional y subnacional, como las capacidades nacionales para mantener y mejorar el pluralista sistema de salud chileno.

Como condición indispensable, se requiere entonces que las propuestas de reforma del sistema de salud permitan inferir que ellas están sustentadas por la factibilidad razonable de formular políticas, estrategias, planes y reformas que sean apropiadas y factibles para la realidad chilena, y que aseguren del mejor modo posible, una innovación exitosa y efectiva de un sistema de salud pueda ser de calidad global, suficiente y sustentable.