El tema de salud abordado en la Constitución propuesta incluye un amplio conjunto de derechos, principios, valores e ideales aspiraciones, proyectando un óptimo escenario sobre la salud y bienestar integral. La Constitución sería la base legal clave y suficiente para luego lograr un Estado perfeccionado y omnipotente, junto a una población con la necesaria cultura, ética y conducta humanista. El Estado y sociedad perfeccionados, serían los agentes efectivos y suficientes para progresar hacia una óptima salud y bienestar de toda la población.
Cabe precaver que se evite una revisión que aborde solo el texto de la propuesta misma, en forma aislada. Resultaría una fuente muy incompleta si al mismo tiempo se desconoce qué es lo concreto que la nueva Constitución cambiaría respecto a la que se encuentra vigente, y si se desconoce sobre la realidad muy concreta y específica nacional donde habría que aplicar la Constitución propuesta.
La pregunta central que surge, para facilitar una adecuada revisión analítica, es ¿Qué aspectos de la propuesta parecen ser cruciales, prioritarios y viables para contribuir al logro de un más adecuado Estado, salud y bienestar, y qué otros aspectos parecen ser inconsistentes, no factibles, o que incluso podrían ser adversos a la situación existente?
Una adecuada Constitución requiere incluir de un modo adecuado e integral: (a) una adecuada teoría jurídica, política y humanista, sin utopías; (b) el muy específico contexto de la situación nacional donde ella se aplicará, según las necesidades prioritarias y viabilidad razonable de mejoría; (c) sólidos argumentos de que ésa es la solución coherente y específica que se necesita; y (d) viabilidad de su aplicación efectiva para un mejor Estado y sociedad, contribuyendo así al progreso de salud y bienestar para todos (incluyendo al ser humano que aún no nace).
El derecho a la salud, junto a los otros derechos fundamentales, sustenta un escenario idealizado y al “deber ser” teórico que predomina en la Propuesta. El enfoque teórico y utópico de grandes y globales principios y valores de la propuesta le otorga características de un manifiesto ideológico. En ese sentido, la propuesta parece que le correspondería ser aplicada a un país naciente que necesita de ese tipo de Constitución fundacional, bajo los lineamientos de las Naciones Unidas y tratados internacionales.
El modelo de sistema de salud es de tipo socialista de planificación central, con manejo estatal del capital y aseguramiento estatal determinado para toda la población, mientras que se discrimina al mercado y al sector privado, ignorando la existencia y gran influencia de los determinantes comerciales de la salud. Ese modelo pareciera estar destinado al éxito por el simple imperio de la ley, que permitiría lograr de un modo categórico y sin opciones, el obligado efecto que se espera (efecto bala). Además, ese enfoque de marcada planificación central se plantea coexistir con una descentralización y clara autonomía regional y comunal (principios que son contradictorios).
No es posible inferir que muchos de los planteamientos de la propuesta hayan considerado adecuadamente, la situación y experiencia del país concreto. El escenario de gran predominio teórico de la Propuesta no permite despejar la crucial interrogante sobre el grado de certeza razonable de que la Constitución propuesta sea efectivamente aplicable a la situación, desafíos e innovación y progreso nacional. La disociación entre utópica teoría y la realidad concreta que frecuentemente se encuentra en la propuesta puede ser riesgosa o incluso potencialmente adversa respecto a la situación existente en el país. Se sigue necesitando una adecuada Constitución y un consecuente marco jurídico que pueda ser coherente con lo que se necesita, aplicable al contexto sanitario chileno, y que siente las bases legales adecuadas para realizar las específicas y viables reformas que se necesitan, con adecuadas políticas, planes y acciones destinadas a una mejoría global del Chile real.