El mejoramiento sistemático de la mayoría de indicadores de salud refleja un avance paulatino ocurrido en las últimas décadas. Destacan importantes logros en áreas como el mejoramiento de la salud materno infantil, la reducción de enfermedades transmisibles afectas a control, la nutrición, y una mayor sobrevida de la población. En general, este mejoramiento ha ocurrido en el mismo sentido que el mayor desarrollo de condiciones socioeconómicas y de calidad de vida, la ampliación de cobertura de protección social (especialmente de los grupos más vulnerables), y la extensión de cobertura de los sistemas de salud, con particular énfasis en la atención primaria.
Quedan sin embargo aspectos inconclusos o pendientes en la agenda de salud, ya que se requiere continuar con una mayor reducción de los eventos evitables y muertes prevenibles y prematuras, disminuir las desigualdades en salud (especialmente aquellas más influidas por las desigualdades sociales y la pobreza), y la desigual oportunidad de promoción, prevención y atención de salud, en detrimento de la salud de los grupos más desprotegidos y vulnerables.
El cambio de perfil demográfico y epidemiológico de los diversos grupos de la población ha llevado a una situación actual en que destaca el envejecimiento de la población y la reducción de muchas enfermedades y muertes prevenibles, cambiando la prioridad de problemas en salud pública hacia la gran relevancia actual de las enfermedades crónicas no transmisibles, los accidentes y violencias, los problemas de salud mental y las enfermedades relacionadas con un ambiente no saludable. Los desafíos que presenta el escenario actual representan un distinto énfasis para reenfocar las agendas, decisiones y acción en materias de salud de la población.
Las diferencias de nivel y condiciones de salud entre grupos de la población se interrelacionan con el entorno o ambiente físico, político, económico, social o de condiciones de vida de la población. Destaca el conjunto de factores denominados “determinantes sociales” que influyen en el desarrollo y desigualdad en salud influyendo de modo diferencial en la carga de enfermedad y muerte y la existencia de inequidad injusta y evitable en salud.
La mayor influencia de estos factores recae en aquellos eventos de salud (enfermedad, discapacidad y muerte) afectos a prevención y control mediante medidas de políticas, estrategias y protección social, así como una adecuada atención de salud. Como indicadores trazas o de aproximación destacan: tasa de mortalidad infantil y de la niñez; mortalidad estandarizada; expectativas de vida al nacer; años de vida potencial perdidos (AVPP); mortalidad por cáncer uterino, mamario y prostático; incidencia de tuberculosis; malnutrición infantil (por déficit y exceso); hipertensión arterial y diabetes mellitus.
Como un ejemplo de dicha diversidad, el (Cuadro 5.1) muestra el nivel de mortalidad general y años de vida potencial perdidos por mil habitantes, en deciles de comunas estratificadas según desarrollo socioeconómico para el año 2011. Cuando los grupos de comunas se estratifican en deciles según índice de desarrollo socioeconómico, la mortalidad general no presenta una distribución sistemática, pero sí ocurre respecto a la tasa de AVPP por mil habitantes. Dicha tasa aumenta sistemáticamente hacia los deciles de menor nivel socioeconómico: en el Decil 10 (mayor nivel socioeconómico) se registra 54,5 AVPP por mil h., pero en decil 1 este indicador alcanza a 83.2 AVPP por mil. Como referencia óptima, se incluye al grupo de las cuatro comunas elite (CE) donde la tasa de AVPP es sólo de 49,4 por mil habitantes. (6,20)