Conclusión y perspectiva de progreso

Chile ha alcanzado paulatinamente un avance en salud que es concordante con el desarrollo global del país. El relativo buen nivel de salud alcanzado – incluso mejor que otros países con similar desarrollo socioeconómico – se refleja en aspectos como el aumento de la expectativa de vida al nacer, reducción de eventos de salud altamente evitables como la mortalidad materna e infantil, y enfermedades transmisibles que son posibles de controlar con vacunas y medidas de saneamiento e higiene.

Este avance no es uniforme, sino que hay grupos más vulnerables que aunque mejoran en su situación de salud, lo hacen a un nivel y velocidad menor que grupos más favorecidos. En menos nivel de salud es encontrado sistemáticamente en grupos y sectores de mayor pobreza, menor educación, rurales y con concentración indígena. El desafío en términos de equidad es procurar la disminución de eventos evitables (riesgo, enfermedad, discapacidad y muerte) y precaver que las determinantes sociales impacten en la salud de la población.

Ese mismo avance logrado en salud representa un nuevo nivel de desafío (más exigente), respecto a los planes y estrategias que es necesario adoptar para continuar mejorando el nivel de salud, conservar los logros ya alcanzados, disminuir la  inequidad en salud y fortalecer la estructura y funcionamiento del sistema de salud, especialmente en su componente público. Además surgen nuevos desafíos debidos a situaciones emergentes como una eventual crisis financiera nacional o internacional y la aparición de nuevos riesgos, enfermedades y problemas de importancia en salud pública.

El país ha logrado una importante reducción de los factores de riesgo y eventos evitables en salud materno infantil incluyendo el uso de paternidad responsable, reducción de fecundidad especialmente en grupos y edades de mayor riesgo, cobertura del parto prácticamente universal con atención profesional, uso de maternidad segura, desarrollo de una red neonatológica, atención intensiva de las embarazadas y menores de un año, especialmente de aquellos que están en riesgo.

El actual nivel de las enfermedades transmisibles inmuno-prevenibles permite plantear que en general están bajo efectiva prevención y control, destacándose que el programa ampliado de vacunas está periódicamente actualizándose de acuerdo a avances en tecnología de vacunas y riesgos de la población (como el caso de nuevas enfermedades emergentes). Gay sin embargo factores de acceso (e integración de a red de atención primaria)que es necesario para resguardar cobertura alcanzada en programas de vacunas.

El relativo bajo nivel de enfermedades infecciosas intestinales (como hepatitis, tifoidea, síndrome diarreico agudo. Su relativo bajo nivel indica una prevención efectiva que entre otros, incluye educación e higiene sanitaria de la población y manipuladores de alimentos. Es un logro que requiere vigilancia constante. La enfermedad de Chagas mantiene una prevalencia crónica en lugares bajo exposición al vector. El nivel relativamente bajo de estas enfermedades indica efectiva vigilancia y medidas de prevención y control. Ello incluye control de vectores.

La incidencia mayor de las enfermedades crónicas transmisibles (tuberculosis, VIH/sida y otras de transmisión sexual estas enfermedades se concentra en grupos de mayor riesgo.

El control relativo de estas enfermedades indica programas y acciones de prevención y control relativamente efectivos (de otro modo, estas enfermedades aumentarían espontáneamente).

Existe una activa vigilancia de enfermedades infecciosas emergentes y reemergentes y se toman medidas según necesidad, conforme a recomendaciones internacionales y factibilidad de adoptar medidas, los brotes surgidos han sido adecuadamente controlados.

Las enfermedades nutricionales y del metabolismo (obesidad, diabetes mellitus) tienen una tendencia a aumentar y plantean requerimientos más complejos de acción. El tema es prioritario en la agenda sanitaria y existe un conjunto de estrategias y medidas sectoriales por esos problemas que dependen del estilo de vida y fuertemente de los determinantes sociales. Las enfermedades cardiovasculares, como hipertensión y enfermedad isquémica del corazón continúan con aumentando por diversas causas, incluyendo el envejecimiento natural del la población y aumento de factores de riesgo.
 
Las neoplasias malignas afectas a prevención y control (especialmente mama, cérvico-uterino, próstata, estómago, pulmonar) producen morbilidad y mortalidad parcialmente evitable. El nivel logrado implica un logro relativo mediante campañas de prevención y detección más oportuna y de mayor cobertura, junto tratamiento de casos orientado recuperación o al menos a evitar la letalidad.

Los traumatismos y las complicaciones de otras causas externas causan enfermedad, discapacidad y muertes altamente evitables. Se cuenta con medidas intersectoriales tendiente a prevenir sus principales causas (accidentes de hogar, transportes, laborales, violencia) lo que ha permitido un relativo control de estos eventos altamente evitables.

Los problemas de salud mental son de gran prevalencia en la población; algunos de ellos pueden tener medidas de prevención y control, como el caso de las adicciones; aunque insuficientes respecto a la gran magnitud del problema, existen importantes políticas, programas y estrategias tendientes a abordar estos problemas, enfocado de un modo intersectorial. Su demanda potencial excede la capacidad de respuesta del sistema de salud, por lo cual se requiere de políticas y estrategias que puedan apoyar a los diversos grupos de la población, al menos con el soporte básico, en la educación y prevención de estos problemas.

Los problemas de salud ocupacional son en general afectos a prevención y control, y existe mejor protección y atención sanitaria de preferencia en el empleo formal y en empresas que cuentan con departamentos de salud ocupacional organizada o están adscritos a mutuales de seguridad laboral.

Los problemas de salud materno-infantil se concentran en grupos de población socialmente menos favorecidos y más vulnerables, incluyendo a los adolescentes. Se requiere una activa vigilancia que permita actuar en caso de que la morbilidad o mortalidad aumenten por la predisposición de determinantes sociales o limitaciones de acceso y uso del sistema de salud.

La Estrategia nacional de Salud contiene una serie de Objetivos sanitarios e indicadores que constituyen parámetros de referencia en salud (para enfermedades transmisibles, no transmisibles, salud materno infantil, factores de riesgo y otros). El nivel medio alcanzado por países OECD, y sus principales indicadores de salud y desarrollo, también constituyen un excelente referente de progreso de desarrollo y salud en el caso de Chile. En esta referencia, cobra particular relevancia mejorar el nivel de ingresos de la población (a nivel de los peores de OECD), y las condiciones del ambiente (ostensiblemente peor que el grupo de países OECD con peores condiciones ambientales).

Los objetivos institucionales y sanitarios planteados en la Estrategia Nacional de Salud para 2020 son un concreto referente de progreso. Siendo una propuesta técnico-normativa, cabría revisar o refinar lo esperado, pues no se acompaña de una planificación concreta para lograr una “inflexión” en las tendencias y proyecciones estimadas: cabe pasar de “estrategia” a “plan” concreto (con financiamiento, otros recursos y acciones que permitan, tanto a nivel nacional como en cada una de las regiones.